Barbas para desatar la lujuria, de Efraín Huerta

Un día de marzo de 1962. Por los desnudos clandestinos de Cecilia Montero; por la barba de Ricardo Salazar, fotógrafo; por mis amigos Jesús Arellano, Jaime Sabines, Antonio Galván Corona, A. Silva Villalobos y Rubén Salazar Mallén.


So espléndido chilló Ricardo
(Bloom) y se afeitó la negra y mulliganosa barba de cinco meses
alors cayeron catedrales de moscas piando misericordia
y fotos de Cecilia enseñándolo todo la muy cínica;
la expulsaron y después la dejaron entrar
mientras Ricardo (Bloom bum bum van a filmar Ulises)
se ahoga en un buche de agua en la Casa del Lago
y su barba de alquitrán va y viene
y el rector papá Chávez protesta cuando esa maldita barba
de no sé qué coño me recuerda
y la estatua del gran pirata apestaban a pólvora
Porque ya hemos llegado, so hermanos
oh hermanos en el páramo de dólares de Joarez Avenue,
vamos a ver, queridos, que cada quien se la saque y orine sobre
su propia tumba
(tum tum tumba Politécnico Politécnico ra ra ra)
porque ha sonado la hora divina del trasero de Cecilia
y todo lo demás
                               Y después ya podremos hablar de todo lo que
                               usted guste
y por ende hasta de Paz
paz paz paz para las palomas de La Habana
paz para las palomas del Louvre para las palomas de Moscú
y Nueva York
paz para los palomos pentágonos de Washington
pido paz para el crepúsculo de las dulces doncellas
para la atareada vagina de Cecilia
para la muerta barba de Ricardo bloom bloom Ricardo
       vámonos a Dédalus
a ver qué te echas
                                 Ahora me toca sangre de cordero
la santa sangre de cordero sabe a miel y a lo que te conté
nada más que aquí se rompió una granada y cada uno
de nosotros se va mucho a Chihuahua a un baile
                                                                                                              ¿No lo crees?
Adiós oh so espléndida barba de Ricardo
adiós me deprimen me debilitan las camisas de Chucho
los pantalones ajustados y
las botas de Silva Villalobos
oh recontrasagrados mensos precoses asaz procaces
oh amigos llenos de barbas amigos lampiños
pero antes voy a leer mi epitafio
y dar el visto bueno a mi consigna personal y estúpidamente
apasionada:
Sabed que un día bajo techo en lo negro y hostil
una paloma con cara y nalgas de Cecilia
se recostó hecha cristal auroras pelos
gozó durmió báñose durmió gozó
cosa lógica golosa axila empedernida
fruta soez espesa miel durazno
brutal con dormidas toallas sábanas martirio
luminosa fornicación mieles arriba mieles abajo
dedos roció pegajosos huelen los nardos
noche jade jadeante jodidamente sudorosa
alas sobre debajo dame dámelo
                                                               so espléndida
Entonces oh cordero sacrificio leña de barbas
bas bas bas Universidad Universidad ra ra ra
adorado cordero pájaro de arena
costillar de melancolía
pata de cabra conejo del alma
noche teotihuacana paz octaviana pas pas pas
Atlante Atlante ra ra ra
voy sigo aúllo tras trasero tras tras
por el adormecido culo del alma ra ra ra
Vengo a ser la tortuga bicicleta copulosa
fúnebre funeral (RIP Riparto tam tam)
muérete vívete escálala Adelaida
cuando Silva se embriaga en los volcanes
soñador soñoliento sonso
Vente baby a bailar el twist
pies de fósforo rebeliones
                                               Ahora corresponde
saber de qué mueren los ardidos
los mentejotos los solapípedos
alors el gran desfile con adolescentes
cogiéndose de las azules manos
camino al Centro Mecsicano de Escritores
ponme al pie de la beca
vaca vaca vaca sagrada Margaret
danza de seda con sabrosos calzones humeantes
humareda danzón (¿ya cerraron en Tranvía?)
¿qué carajos hacemos aquí tragando barbas
de petróleo barbas de cuarto oscuro?
Orita vengo solemne ubérrima morena
yo soy tu colibrí pero
pásame la torre de la rectoría
pásamela grandísimo hijo de Ayo el chiquito
uberrímate uberrimeado
pásamela con todo y cuernos en cueros
encuerada te espero el 10 de mayo
anda ándale putilla
cara de colofón de matáfora
vámonos Uruchurtu permite periféricamente
absurdamente andar arando pasos a desnivel
pies llenos de barbas
Sabed que piso pisoteo la verdad
la libertad de expresión (bla bla bla)
toco (a sus pies seños presidente
el que a hierro mata Filomeno muere)
aspiro (¿usted gusta un cachito de Texas?)
soy turista señor procurador licenciado
mi querer ver Siqueiros penitenciarrrria
Oh no existen pobres presos políticos pudriéndose
túpele túpele túpele
rojas rejas rojos
¿subvertimos el orden madre?
Sabed sabed
esperad ahora písame la verdad de dios
porque dios es grande y
ahora llega Jaime con ojos de tigre
ojos de dios en celo tumba tarumba tum
dios tzotzil jaimebundo
pérezjoloteando ginebra ron poemas
para cantar contar a la orilla
de sórdidos lechos sórdidas barbas
(Hasta mañana, si yo quiero, y dios-Jaime
se echó a dormir ¿Recuerdas Jaime
¡Puto cura! dijeron las alondras del valle)
Rubén dijo la Jija
                               ¡me estrello!
la otra noche me rompí tres costillas oh tres
costillas nada más
                               Esas son tontejadas
pa traducir a Baudelaire aquí estoy yo
musitó José Emilio
Negra me cae la nueva ola
que muy negra le caiga
oh camaradas
                               no hagan olas
ái vienen los azules
ayayayayay cuánto me gusta el gusto
lacrimógeno estoy
Cecilia mía
(papión habemus grandísimos cabrones)
y la estatua del gran pirata turista
fue dinamitada y el procurador
proclamó la ley marcial
                                               Pues mueran
las doctrinas exóticas
muera Cuba (Gringas sí Kennedy no)
viva el Pentágono (Whote trash FBI)
mulas mestizos guarachudos judiciales
polizontes abstractos granaderos surrealistas
críticos chartarreros paz paz paz
paz para los tamayos de todos los tamaños
sin tamaños tamañitos abstrusos
paz para el paraíso de Lecumberri
paz para mister Mann y mister Tello
no será usted un marxista-leninista?
Oh maligno incorruptible demócrata representativo
escupidera tapadera de mister Rusk
por las barbas disolutas
por las barbas lujuriosas
pásame aquella dama
pásamela con todo y todo
capataza cantárida
                               cántale Toñito
mujer perjura hip hip hurra
damn yanquis cultura rocanrol
twist rockefeller el que la descocalizare
pinche y abyecto descocalizador será.
Olvidé mi epitafio pri pri pritafio
prio prio prio cardenal pajarraco
pájaro cardenal (¿bailamos madre?)
juntos arrejuntados revueltos
nuncios cristeros miramones
cómo quieres tu dogma ¿frío o al tiempo?
militarazgo ostanazgo
y ardientes monjas de abismal trasero.
Oh Cecilia oh Ricardo
oh dolorosas barbas en remojo
pásame a Lolita Justine la rata sabia
confabúlame confabulario
Introito ad altare Dei
cierra el pico y ámame mujer de espeso sueño
senos maduros trigo dura entrepierna
axilas adivinanza nerviosos hombros
refulge lengua oh trasero sucumbe
lléname de barbas escándalo soy el cadáver
la entraña cementerio semen municipal
arrójame abúsame con hielo brazos
te esculpo besos brasas dorado vientre
te digo alba deshielo primavera
en sueños canto despertar lluvia primera
infancia dolorida juventud irredenta
dame redonda estrepitosa realidad
esbelto palomar húmeda herida
suena resuena clarinada
cobíjame o caderas oh saliva
silenciosa vencida resucitada muerta
bien muerta bajo labios bajo dientes
bajo la piel guitarra
ay amada así sea
Sabed sabed
la libertad tiene cara de perro
voy a mear en la punta del este
en consejeros senadores
(Cuba territorio libre de América, Argelia libre)
pásame alors las barbas oh locura
oh demonio fiebre ¿quién carajos escribe
cornos unicornios cocodrilos?
Traguemos sí traguemos miseria muladar
vientres vacíos rameras ramilletes de asco
vomitemos hasta morir de frío
de barbas duelo espuma gayosso rabia
mujeres maricones lesbianas
oh Cecilia
oh Cecilia
arrúllame
                Hay un niño dormido
al otro lado del mundo
Puro final marasmo encrucijada detenme
átame tricolor bochornoso país
digo patria digo revolución digo amor
pronuncio Jesucristo Lenin Gandhi
cruces vienen hoces martillos van
ladran infantes de marina
en Acapulco Veracruz Guantánamo
voy a meterme en cintura voy a
 ser obsidiana tezontle estela
                                                               nada
Circúndame noche de barbas cuervos buitres
barras estrellas dólares águilas calvas
hay que ser macho
quémense ardan sanlorenzos
acribíllense sansebastianes
ya voy y vuelvo
No lo despierten niño manzana azúcar
paz femenina masculina
pásame el trasero de Cecilia
pásame ron
Ataúlfo
bebamos como asnos
bebamos so espléndidos amigos
arrodíllense
catedrales impías góticos coños
salud
                y paz
                               misericordia

                                                               ¡Vámonos al carajo!

Elegía a Efraín Huerta

El próximo 18 de junio se celebrarán los 100 años del nacimiento de Efraín Huerta, poeta mexicano a quien dedicamos la siguiente entrada en Barbas Poéticas.

La administradora  leyó el groso volumen que contiene la poesía completa del autor en un par de semanas. Al terminar su voraz lectura, con ojos rojos y delirante, escribió la siguiente elegía a manera de homenaje para el “Gran Cocodrilo”.
Fondo de Cultura Económica editó “Poesía completa” que pueden indagar acá: FCE
Y se puede encontrar colgado en Scribd acá:
Hablamos de poesía en medida de lo que nos provoca. Sirva esta entrada precisamente para eso, para provocar, para incitar, para invitarlos a reconocer y a eternizar la obra de Huerta, cada vez que se lee alguno de sus poemas.


Elegía a Efraín Huerta
Efraín le escribe a la patria
Nos pinta un paisaje, nos lleva en una nube
Hasta el Tajín
O por avenida Juárez y Reforma
Escribe de la cuidad que lleva dentro
y de sus paseos en metro
Transforma su visión
En un poemínimo
Juguete textual
Hijo del haiku
Escribe sobre la revolución
Responsos de paz y libertad
Y les aúlla y les llora
A los justos asesinados
Guerrilleros, campesinos, ciudadanos
A los poetas
A los poetas muertos
A los poetas suicidas
A los poetas descuartizados
Los hace suyos,  nuestros
De México a Rusia o Alabama
Le escribe a sus amigos
Le escribe a sus hijos
A su adorada Andrea
Escribe sobre cocodrilos sexuales “nalgaístas”
A los hombres del alba
Sobre barbas lujuriosas
Y a las mujeres,  sus mujeres
A mujeres artistas, a mujeres poetas
A la Diana cazadora
A sus senos, a sus muslos, a sus ojos, a sus manos
A sus labios
A su sexo
[El alba de tu vientre,
de tu sexo,
sobre el chorro de mármol de tus piernas,
en esa quieta espuma de tus pies.. VI]
Las hace Diosas, sirenas,
Muchachas ebrias
Pero sobre todo
Escribe al amor
A ese infinito y absoluto amor
Que rodeó toda su vida
Y demostró que en un poema
Cabe entero un universo:
El universo del amor.

***

Transcripción de algunos poemas:


Juárez-Loreto

Alabados sean los ladrones… 
H.M.E.

La del piernón bruto me rebasó por la derecha: 
rozóme las regiones sagradas, me vio de arriba abajo 
y se detuvo en el aire viciado: cielo sucio 
de la Ruta 85, donde los ladrones 
me conocen porque me roban, me pisotean 
y me humillan: seguramente saben 
que escribo versos: ¿Pero ella? ¿Por qué 
me faulea, madruga, tumba, habita, bebe? 
tiene el pelo dorado de la madrugada 
que empuña su arma y dispara sus violines.
Tiene un extraño follaje azul-morado
en unos ojos como faroles y aguardiente.
Es un jazmín angelical, maligno,
arrancado del zarzal en ruinas.
A los rateros los detesto con todo el corazón,
pero a ella, que debe llamarse Ría, Napoleona,
Bárbara o Letra Muerta o Cosa Quemada,
empiezo a amarla en la diagonal de Euler
y en la parada de Petrarca ya soy un horno
pálido de codicia, de sueños de poder,
porque como amante siempre he sido pan comido,
migaja llorona (Ay de mí, Llorona), y si ayer pasadas las diez 
    de la noche 
fui el vivo retrato de la Novena Maravilla, 
ahora sólo soy la sombra de una séptima colina desyerbada.

Alabados sean los ladrones, dice Hans Magnus. 
Pues que lo sean: los veo hurtar carteras, relojes, orejas, 
pies, nalgas iridiscentes, bolígrafos, anteojos, 
y ella, que debe llamarse Escaldada, ni se inmuta. 
Vuelve al roce, al foul, al descaro, 
se alisa la dorada cabellera 
(¡Coño, carajo, caballero, qué cabellera de oro!), 
se marea, se hegeliza, se newtoniza, 
y pasamos por donde Maimónides y Hesíodo 
y pone todavía más cara de estúpida 
cuando Alejandro Dumas, Poe y Molière y los cines cercanos! 
Malditilla, malditita, putilla camionera, 
vergüenza seas para las anchas avenidas 
que son Horacio, Homero y, caray (aguas, aguas), Ejército 
    Nacional. 
Rozadora, pescadora en el río revuelto
de las horas febriles; ladrona de mi mala suerte, 
abyecta cómplice del “dos de bastos”, hembra de los flancos 
como agua endemoniada; 
cachondísima hasta la parada en seco 
del autobús de la Muerte.
Alabada seas, bandida de mi lerda conmiseración. 
Escorpiona te llamas, Cancerita, Cangreja, 
amada hasta la terminal, hasta el infinito trasero 
que me despertó imbecilizado en el boulevard 
¡Miguel de Cervantes Saavedra y demás clásicos! 
Porque luego de tus acuciosos frotamientos 
y que cada quien llegó a donde quiso llegar 
(para eso estamos y vivimos en un país libre) 
hube de regresar al lugar del crimen 
(así llamo a mi arruinado departamento de Lope de Vega), 
y pues me vine, sí, me vine lo más pronto posible 
en medio de una estruendosa rechifla celestial.

Adoro tu nalga derecha, tu pantorilla izquierda 
tus muslos enteritos, lo adivinable y calientito, tus pechitos 
    pachones 
y tu indigno, antideportivo comportamiento. 
Que te asalten, te roben, burlen, violen, 
Nariz de Colibrí, Doncella Serpentina, 
Suripantita de Oro, Cabellitos de Elote, 
porque te amo y alabo desde lo alto de mi aguda marchitez.

Hoy debo dormir como un bendito
y despertar clamando en el desierto de la ciudad
donde el Juárez-Loreto que algún día compraré
me espera, como un palacio espera, adormilado, 
a su viejo-príncipe-poeta 
                                        soberbiamente idiota.



                                                                22 de octubre de 1970 


***

MATAR A UN POETA CUANDO DUERME
[Fragmento]

Le dispararon aquí mismo, mire.
Mire y escuche mi sangre. En esta arteria,
de abajo arriba, para que la bala llegara al cerebro
y deshiciera, bruscamente, su genio y su infinito amor.

(Los Chacales Erpianos se habían dicho:
«Que sea cuando este bien dormido.
Los pobres poetas son muy sensibles…»)

***

ÉSTE ES UN AMOR

Éste es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.

Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.

Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
-esas terribles manos delgadas como el pensamiento-
se entrelazan y un suave sudor de -otra vez- miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aún cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía -y es poesía.

Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos orígenes:

vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al oído que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma de la mano.
Y yo veía que todo estaba en sus ojos -otra vez ese mar-,
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y ya lo sabe el espléndido metal de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras -y las palabras y las calles y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos el alma
y no llorar de amor.


***
RESPONSO POR UN POETA DESCUARTIZADO


Claro está que murió —como deben morir los poetas,
    maldiciendo, blasfemando, mentando madres, 
viendo apariciones, cobijado por las pesadillas. 
Claro que así murió y su muerte resuena en las malditas 
    habitaciones donde perros, orgías, vino griego, prostitutas
    francesas, donceles y príncipes se rinden 
y le besan los benditos pies; 
porque todo en él era bendito como el mármol de La Piedad 
y el agua de los lagos, el agua de los ríos y los ríos de alcohol
    bebidos a pleno pulmón, 
así deben beber los poetas: Hasta lo infinito, hasta la negra 
    noche y las agrias albas 
y las ceremonias civiles y las plumas heridas del artículo 
    a que te obligan, 
la crónica que nunca hubieras querido escribir 
y los poemas rubíes, los poemas diamantes,
    los poemas huesolabrado, los poemas
floridos, los poemas toros, los poemas posesión, los poemas 
    rubenes, los poemas danos, los poemas madres, 
    los poemas padres, tus poemas… 

Y así le besaban los pies, la planta del pie que recorrió 
    los cielos y tropezó mil y un infiernos
al sonido siringa de los ángeles locos y los demonios
    trasegando absintio
(El chorro de agua de Verlaine estaba mudo), ante el azoro 
    y la soberbia estupidez de los cónsules y los dictadores, 
    la chirlería envidiosa y la espesa idiotez de las gallinas 
    municipales.
Maldiciendo, claro, porque en la agonía estaba en su derecho
    y porque qué jodidos (¡Jure, jodido!, 
dijo Rubén al niño triste que oyó su  testamento), ¿por qué 
    no morir de alcholes de todo el mundo si todo el mundo es 
    alcohol y la llama lírica es la mirada de un niño con la cara 
    de un lirio?
Resollaba y gemía como un coloso crisoelefantino 
hecho de luces y tiniebla, pulido por el aire de los Andes, 
    la neblina de los puertos, el ahogo de Nueva York, 
    la palabra española, el duelo de Machado, Europa 
    sin su pan.
Rugía impuramente como deben rugir todos los poetas 
    que mueren (¡Qué horror, mi cuerpo 
destrozado!) 
y los médicos: Aquí hay pus, aquí hay pus —y nunca 
    le hallaron nada sino dolor en la piel 
limpios los riñones heroicos, limpio el hígado, limpio 
    y soberbio el corazón
y limpiamente formidable el cerebro que nunca se detuvo, 
    como un sol escarlata, como un sol de esmeraldas, como 
    la mansión de los dioses, como el penacho de un 
    emperador azteca, de un emperador inca, de un guerrero 
    taíno;
cerebro de un amante embriagado a la orilla de un dulcísimo 
    cuerpo, ay, de mieles y nardos
(su peso: mil ochocientos cincuenta gramos: tonelaje de poeta
   divino, anchura de navio),
el cerebro donde estallaron los veintiún cañonazos 
    de la fortaleza de Acosasco
y que luego…

Claramente, turbiamente hablando, hubo necesidad 
    de destrozarlo, enteramente destazarlo como a una fiera 
    selvática, como al toro americano 
porque fue mucho hombre, mucho poeta, mucho vida, 
    muchísimo universo 
necesariamente sus vísceras tenían que ser universales, 
    polvo a los cuatro vientos, circunvoluciones repletas 
    de piedad, henchidas de amor y de ternura. 
Aquí el hígado y allá los riñones. 
¡Dame el corazón de Rubén! Y el cerebro peleado, de garra 
    en garra como un puñado de perlas. 
Aquel cerebro (¡salud!) que contó hechicerías y fue sacado 
    a la luz antes del alba; 
y por él disputaron y por él hubo sangre en las calles 
    y la policía dijo, chilló, bramó: 
¡A la cárcel! Y el cerebro de Rubén Darío —mil ochocientos 
    cincuenta gramos— fue a dar a la cárcel 
y fue el primer cerebro encarcelado, el primer cerebro entre 
    rejas, el primer cerebro en una celda, 
la primera rosa blanca encarcelada, el primer cisne degollado.

Lo veo y no lo creo: ardido por esa leña verde, 
    por esa agonía de pirámide arrasada, 
el poeta que todo lo amó
cubría su pecho con el crucifijo, el crucifijo, el suave crucifijo, 
    el Cristo de marfil que otro poeta agónico le regalara 
    —Amado Nervo— 
y me parece oír cómo los dientes le quemaban y de qué 
    manera se mordía la lengua y la piel se le ponía violácea 
nada más porque empezaba a morir, 
nada más porque empezaba a santificarnos con su muerte y 
    su delirio, sus blasfemias, sus maldiciones, su testamento, 
y nada más porque su cerebro tuvo que andar de garra 
    en mano y de mano en garra 
hasta parecer el ala de un ángel, 
la solar sonrisa de un efebo, 
la sombra de recinto de todos los poetas vivos, 
de todos los poetas agonizantes, 
              de todos los poetas.


19 de enero de 1967

***
LA MUCHACHA EBRIA

Este lánguido caer en brazos de una desconocida,
esta brutal tarea de pisotear mariposas y sombras y cadáveres;
este pensarse árbol, botella o chorro de alcohol,
huella de pie dormido, navaja verde o negra;
este instante durísimo en que una muchacha grita,
gesticula y sueña por una virtud que nunca fue la suya.

Todo esto no es sino la noche,
sino la noche grávida de sangre y leche
de niños que se asfixian,
de mujeres carbonizadas
y varones morenos de soledad
y misterioso, sofocante desgaste.

Sino la noche de la muchacha ebria
cuyos gritos de rabia y melancolía
me hirieron como el llanto purísimo
como las náuseas y el rencor,
como el abandono y la voz de las mendigas.

Lo triste es este llanto, amigos, hecho de vidrio molido
y fúnebres gardenias despedazadas en el umbral de las cantinas
llanto y sudor molidos, en que hombres desnudos, con sólo negra barba
y feas manos de miel se bañan sin angustia, sin tristeza:
llanto ebrio, lágrimas de claveles, de tabernas enmohecidas,
de la muchacha que se embriaga sin tedio ni pesadumbre,
de la muchacha que una noche
y era una santa noche me entregara su corazón derretido,
sus manos de agua caliente, césped, seda,
sus pensamientos tan parecidos a pájaros muertos,
sus torpes arrebatos de ternura,
su boca que sabía a taza mordida por dientes de borrachos,
su pecho suave como una mejilla con fiebre,
y sus brazos y piernas con tatuajes,
y su naciente tuberculosis,
y su dormido sexo de orquídea martirizada.

Ah, la muchacha ebria, la muchacha del sonreír estúpido
y la generosidad en la punta de los dedos,
la muchacha de la confiada, inefable ternura para un hombre,
como yo, escapado apenas de la violencia amorosa.

Este tierno recuerdo siempre será una lámpara frente a mis ojos,
una fecha sangrienta y abatida.

¡Por la muchacha ebria, amigos míos!

***