6 MINUTOS | en memoria de Naomi Ginsberg

Parte I

Naomi a veces salía de casa. Después de un café caliente, camina sigilosa hacia la puerta. Vestido sucio y roído, cabello desgreñado y empolvado. Gira tan lento el picaporte, parecen meses desde que vio la luz del día. Baja el sendero hasta la banqueta y se detiene unos segundos para mirar por encima de su hombro y avanzar cuesta arriba por la calle. Acelera su paso, lleva las manos al rostro como escondiendo su mirada a los extraños. A lo lejos suena el ciego blues de Ray Charles y sonríe. El soleado pavimento calienta bajo sus sandalias, sus ojos recorren nerviosos las puertas alrededor, caras desconocidas Y distorsionadas por todas partes.

 

Rojizos horizontes extienden su fuego hasta casi tocarme /Aprieto los labios hasta sangrar/

Aliento enemigo me aplasta el cuello / Prisión que cae sobre mi cabeza cada que parpadeo

 

Parte II

Hojas secas se acumulan bajo sus pasos. Naomi camina temerosa de quien pasa a su lado. Las máscaras desaparecen y puede ver los horribles rostros debajo. Viejos nazis, obesos oficiales del ejército rojo enfundando armas espaciales bajo sus ropas holgadas, como el anciano a lado de su casa.

 

Atrapada en un sueño sin pies ni cabeza / Criaturas sin forma compran y venden almas en el mercado del cielo / Poemas de oscuridad carcomen los que mi hijo escribe / Mis cabellos atrapan las ideas que nunca debí concebir / Fantasmas secretos me jalan al apocalipsis

 

Parte III

Naomi avanza unas calles. Piensa en Louis, aferrado a sus labores, preocupado por su hijo. Conspirando contra ella. Él ajusta sus anteojos para ocultar espías que la vigilan. Naomi no puede permanecer en la habitación, cables ocultos por todas partes. Él la escucha. La acecha detrás de la puerta. Sus viejos zapatos puestos, anclas en la tierra que le evitan elevarse y no volver jamás.

 

Una vieja guitarra escarba mis nervios, taladrando mis oídos / Cerebro destruido, con esa máquina voladora que se acerca  / mis ideas escapan en el aire / Salen de mi cráneo, abierto como un libro /A merced de los terroristas que persiguen

 

 

Parte IV

Más abajo, la avenida principal recibe a Naomi. Atrás, en casa, Allen ha llegado y el saludo no obtuvo respuesta. Louis lleva las manos a su cabeza, sin entender —no lo desea— por qué sucede de nuevo. La radio suena al fondo, el mundo sigue enloqueciendo. La sangre rodea multitudes, mil poemas en mil cabezas no pueden contra ella. Naomi. Naomi no está.

 

Miles de ventanas me observan como miles de ojos ciegos /Brillan, parpadean, demonios del pasado saltando en las esquinas / Tierno helado en la mano de un niño me devuelve la memoria / Aquí probé por vez primera el sabor  americano / Sueño estar loca, pero niego todo ahí mismo

 

Parte V

Naomi camina entre la gente. Multitudes como estampidas ciegas a su lado, que la chocan y la pisan y la siguen. Naomi camina porque su cabeza contiene 10,000 pensamientos. Naomi corre porque los caminos se agotan. En casa, Louis se ha puesto el sombrero y Allen su abrigo. Gritan su nombre calles abajo y escuchan, a lo lejos, la melancolía de Rey Charles salir de una ventana.

 

Fotos destruidas. Tiempos felices. Tumbados en el césped / Anteojos empañados. Sonrisas de angustia / ¿Quién dijo que la calma es fácil? / Tranquilidad que vale mil veces el oro del mundo / Prosperidad tras las rejas de las bestias que me oprimen /No hay nada para mí, excepto el abismo / Diez mil fantasmas revuelven mis cabellos

 

 

Parte VI

Esposo e hijo doblan la esquina calle arriba. Pronto estarán frente a ella, pero aún no lo saben. La mente de Naomi se contradice a sí misma. Desea el fin de la guerra y dormir: pero ve a Stalin bajo la ventana y grita todo el día. Hitler la saluda desde la acera de enfrente. Louis, el agente encubierto, escucha sus pensamientos. No hay salida.

 

La muerte me cierra la puerta / Ciudad que pierde su forma y doy vueltas alrededor de mí misma / Contradigo el día y la noche mientras escapo del diablo / Hermano y hermana muertos, atrancan las puertas por dentro / Extraño pensar en ti, ahora, que camino sin ojos por el soleado pavimento que me traga

 

Repentino encuentro. Mirada esperanzada. Naomi esconde el rostro. Louis reprende con furia; Allen, tierno, reconforta y arregla polvosos cabellos tras la oreja. Suspiros de vuelta a casa. Naomi camina para retratar la precisión de su propia mente. Por sus viejos amigos que dieron besos de plomo. Naomi camina porque en 1930 escuchaba el himno nacional y saludaba a la bandera. Naomi camina por ninguna razón aparente. Naomi camina porque es la mejor manera de decirse a sí misma todo lo que pasa por su cabeza en 6 minutos, o por el resto de su vida.


Texto original de Odeen Rocha para Barbas Poéticas, febrero 2019.

Basado en el poema Kaddish e Improvisación en Beijing.

 

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